Encontrar la salida de una habitación con la nariz pegada a la pared resulta algo difícil. Apreciar la belleza de un monumento o percibir la armonía de un rascacielos desde unos centímetros de distancia es imposible y sólo se obtendrá una idea muy limitada de lo observado, probablemente una mancha en un ladrillo o una pequeña imperfección en el bronce.
En economía sucede lo mismo, si se analizan los hechos o los sujetos económicos sin una cierta distancia que haga posible una percepción completa del cuadro, con toda probabilidad, las conclusiones serán erróneas y las actuaciones que se realicen en consecuencia resultarán, como mínimo, inútiles si no perjudiciales.
Parece que la distancia permite una visión más acertada y objetiva.
Los empresarios inteligentes valoran mucho las opiniones de profesionales que están distantes de su día a día ya que no están influídos por lo cotidiano ni por ningún otro interés más que la objetividad del análisis del problema, su evaluación y las posibles soluciones más adecuadas. Cuántas veces hemos dicho o pensado: ¡ si la solución la tenía a la vista pero no me daba cuenta.!
La distancia también es garantía de objetividad. Está más limpia de otros intereses o prejuicios que la proximidad o cercanía pueden generar. Es muy común sobrevalorar lo ajeno y lejano e infravalorar lo propio y cercano.
La confianza, que en económia es la base de todo mercado, también parece estar afectada por la distancia cuando, por lógica, ésta debería empezar por uno mismo.
Existe una tendencia en el ámbito de la inversión en empresas, detectada en los últimos meses, en la que los inversores extranjeros más lejanos a España, USA y Asia, tienen mejor percepción, receptividad e interés hacia los proyectos y activos empresariales españoles que, curiosamente, los propios españoles y europeos. Valoran y apuestan más por nuestros buenos activos y su futuro que nosotros mismos.
Es imposible la existencia de emprendedores o empresarios que no confíen, en primer lugar, en sí mismos y en sus proyectos, para luego conseguir la confianza de sus clientes en el mercado. ¿Por qué pues tendemos a infravalorarnos?
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