José Ignacio Lluch – FREE MARKET

6 noviembre, 2012

CONFIANZA MUTUA

Resultaría cómico sino fuera por lo patético de la situación, ver a nuestros representantes políticos mendigando confianza ante nuestros acreedores y haciendo como si estuvieran haciendo los deberes para demostrar lo fiables que son.

Resultaría sorprendente que nuestros acreedores se lo creyeran, a la vista de los resultados que sus acciones y omisiones generan en nuestra economía. ¿Qué confianza puede tener un acreedor cuando su deudor le ofrece como solución, más deuda en lugar de  austeridad y ahorro real en lo público y medidas de recuperación productiva en lo privado que repongan, por la única vía posible, la enorme deuda contraída? ¿Y si además amenazan con que si no hay más deuda, se rompe la baraja?

En la economía real nadie puede exigir confianza sin darla o merecerla.

Solo funciona si es mutua y se basa en hechos y resultados.

Hablando de confianza, ¿pueden ser nuestros gobernantes tan rematadamente arrogantes para no percatarse de que, quizá, podrían confiar en la sociedad que gobiernan? Esa sociedad a la que le piden confianza en cada periodo electoral y que,una vez obtenida, cambian totalmente el programa que ésta votó.

¿Podrían confiar en que una buena parte de los recursos económicos que rapiñan a la sociedad con impuestos, podrían permanecer en poder de ésta, que quizá le diera un mejor y más productivo uso? Posiblemente no financiaría un estado sobredimensionado ni un gasto público insostenible, lo que supongo, no les importaría a nuestros gobernantes, si es bueno para la sociedad.

¿Podrían confiar en que los trabajadores y parados son capaces de establecer acuerdos voluntarios con los empresarios a fin de resolver el desempleo sin intervención y regulaciones que bloquean la competitividad, la productividad y la libre voluntad de las partes directamente interesadas?

¿Podrían confiar en que la capacidad de ahorro e inversión privados es suficientemente apta para canalizar éste hacia mejores y renovados proyectos generadores de riqueza, y, en consecuencia, liberalizar todos los sectores y eliminar trabas a la libre competencia y al acceso al mercado?

¿Podrían confiar en que la gente es capaz y responsable si se le permite, de satisfacer sus necesidades de salud, educación, trabajo y jubilación, posiblemente mejor y con más garantías que Uds?

Confianza mutua Art 112

25 septiembre, 2012

PRIMERO, LO PRIMERO

Cuando se produce un naufragio, los supervivientes intentan salvarse manteniéndose a flote como pueden, ya sea recurriendo a sus propias fuerzas o apoyándose en un salvavidas o cualquier cosa capaz de flotar. A nadie se le ocurre aferrarse a su pesado baúl, aunque contenga todas sus pertenencias, y menos aún, para salvar el citado lastre, obligar a los demás a sostener el baúl en lugar de apoyarse en los flotadores.

En el mundo de la economía sucede lo mismo, siempre hay baúles y flotadores, y en los momentos difíciles hay que escoger qué es lo primero o esencial para que el proyecto salga adelante.

El cementerio de las empresas está plagado de aquéllas que antepusieron sus baúles a sus flotadores, los que prefirieron mantener estructuras inoperantes e inviables a costa y en contra de sus creadores de valor. Observando la evolución de esas empresas fracasadas, y de otras que están en ello, se detectan con facilidad los baúles y cómo éstos afectan a los flotadores: recurrir a una deuda desproporcionada cuyo origen no es operativo y su coste es superior a los ingresos;  mantener costes de estructuras y personas ineficaces, aunque sean familiares del empresario, a costa de reducir la remuneración de las personas rentables que cumplen bien sus tareas;  dar un mal servicio a los clientes alegando que son momentos difíciles y de sacrificio pero que, con el tiempo, todo se arreglará…

La macro y la microeconomía no son cosas distintas, y los errores o aciertos que se realizan en la economía real son similares a las actuaciones en la política económica.

Resulta, por tanto, sorprendente que la actual burocracia que dirige nuestra economía, sea cual sea y esté donde esté, no se percate de que para tener baúles, primero habrá que recurrir a los flotadores y dejarles lo más libres de sobrecarga posible para que puedan realizar su función.

Asfixiar a la sociedad civil y la iniciativa privada, castigando más aún el ahorro, la inversión, el consumo, las empresas y familias, no es la única alternativa posible.  Salvo, cómo no, que lo primero a salvar sea el baúl.
Primero, lo primero Art 109

3 julio, 2012

BURROS Y LOBOS

Juan de Mariana, uno de nuestros grandes pensadores escolásticos del XVI, ya decía que cuando el burro es de todos, los lobos se lo comen.
Sin entrar a definir lo que se pueda entender por burro o por lobo, lo cierto es que cuando algún bien es considerado público o de todos, al no haber nadie responsable de él, en el sentido del derecho de propiedad, puede acabar desapareciendo víctima de una acción combinada del deficiente gestor y los depredadores cercanos a él.
El sabio pensador antes citado quedaría perplejo si asistiera al actual debate que ocupa a buena parte de la opinión pública occidental sobre la conveniencia de las políticas de crecimiento frente a las de austeridad. Estupefacto se preguntaría si la contraposición entre disciplina económica y crecimiento es un diálogo de besugos o está propiciado por burros o lobos.

Cualquiera sabe que no puede haber crecimiento sano y sostenible si, previamente, no se dispone de los medios y recursos para hacerlo. Que no puede producirse un crecimiento sin un ahorro previo que genere los fondos propios para acometerlo. Que una espiral de endeudamiento como solución sólo conduce a un mayor empobrecimiento general y a alargar el problema. Ante una drástica caída de los ingresos lo sensato es adecuar las estructuras de costes a la nueva situación y apoyar las iniciativas que sirvan para conseguir nuevos ingresos.

Esta simple receta que resulta obvia y que, de hecho, el sector privado ya ha aplicado en sus vidas, parece imposible de entenderse por los gestores de lo público. Aplicar una disciplina presupuestaria, asumiendo una situación de debilidad económica existente, debería llevar a practicar ajustes y recortes profundos pero, no a quien ya está más que ajustado, el ciudadano, sino más bien, a los administradores de lo público. A aquellos que firman los decretos de los ajustes; que aumentan los impuestos a límites confiscatorios; que acaparan recursos monetarios y liquidez escasa para mantener estructuras y entidades ineficientes; que, en resumen, descargan el peso de los ajustes en quien es más débil y está más lejano a los círculos del poder.
Este falso debate oculta en realidad que cuantos más burros sean de todos, más tarta habrá para los lobos.
Burros y lobos Art 106

27 junio, 2012

PRIMAS DE RIESGO

Cuando un inversor analiza un proyecto donde prestar o invertir su dinero, por regla general, estudiará muy a fondo la capacidad que tiene éste de devolver la inversión en el plazo de tiempo previsto, junto con una prima que compense el riesgo que asume. Es evidente que a mayor riesgo percibido mayor prima se exigirá a la inversión.

Lo que se analiza básicamente es la capacidad de devolver lo prestado o invertido. ¿Cuáles son los factores que determinan esa capacidad?
Por un lado la credibilidad de los responsables o gestores del proyecto. Fundamentalmente, que no mientan y que sus acciones, no sus palabras, sean coherentes con los objetivos fijados. Todo inversor castiga más la falsedad y la mentira que unos resultados mediocres. El éxito de toda acción humana es incierto y quien invierte a futuro, lo sabe y lo asume, siempre y cuando confíe en el gestor. En caso contrario, el proyecto no es creíble y su prima de riesgo, inviable.
Por otro lado la viabilidad objetiva del mismo. Que lo que se pretende tenga su lógica y no sea un absurdo imposible. Si un inversor olvida alguno de éstos factores, se arriesga a equivocarse y perder su inversión o, también, a rechazar una buena oportunidad.

Hay casos en la economía real para todos los gustos. Son más visibles las inversiones erróneas que terminan en quiebra. Son menos conocidas la miles de buenas operaciones que no se han realizado por error en el análisis previo del inversor. Es famoso el caso de la chica, con aspecto hippy, que acudió a un prestigioso fondo de capital para pedir su apoyo financiero y fue rechazada de inmediato, cuando, poco después, su proyecto The Body Shop, fue un modelo de éxito empresarial.

Cuando se analiza la prima de riesgo de un país no conviene olvidar al sector privado, a todas esas personas y empresas válidas y capaces que están haciendo bien sus deberes y son los únicos con la capacidad de sacar adelante a sí mismos y de paso a su país.
Primas de riesgo Art 105

19 junio, 2012

Son los padres

Cuando algún precoz compañero de colegio o un bien informado hermano mayor le dice a un niño por primera vez que los Reyes Magos son los padres, le provocan una fuerte impresión y se tambalean los pilares de su pequeño mundo. Algunos, tras la detallada y cariñosa explicación paterna, puede que se planteen que, a la vista del nuevo descubrimiento, la próxima carta quizá tenga que ser algo más realista o moderada, ya que quien financia o soporta las compras solicitadas no son los Magos de Oriente sino la economía familiar.

Con el Estado del Bienestar pasa lo mismo, puede llegar a pensarse que todo lo que se pide se puede conceder, por obra y gracia del elegible de turno y que el estado benefactor corre con los gastos, ya que el dinero público, está para eso y no es de nadie. Lo queremos todo y ya, y votaremos a quien nos lo dé. Así pues, aparecen los políticos, cual pajes de sus Majestades, recogiendo las innumerables solicitudes y atendiendo las de aquellos que mejor garanticen sus propios intereses. Y siguen las demandas y continúan los regalos.

Nuestra economía está en la Champions, nuestras entidades financieras son las mejores del mundo, tenemos el régimen laboral más avanzado de Europa, una universidad en cada esquina, ganamos oscars en Hollywood que, aunque sean americanos capitalistas, mola y además, les vamos a enseñar lo bien que funciona nuestra piramidal seguridad social y las energías renovables….

Pero de repente, algún inoportuno sabidillo nos recuerda que el Estado somos nosotros, que el dinero público sí que es de alguien, que la magia se llama deuda pública y ronda niveles del 80% del PIB,

Que la rigidez laboral, lejos de ser un orgullo, es la causa principal del desempleo; que cuando se gasta lo que no se tiene, hay que devolvérselo al acreedor; que aunque el político actúe de forma irresponsable, realmente lo es, ya que quien responde de sus acciones y errores no es él, sino nuestros bienes o ingresos, pagando impuestos y soportando una crisis que no remonta, por la falta de empeño de aquéllos en, de verdad, acometer las medidas correctas.

El desencanto pueril puede madurar en la reflexión y percibir en cualquier promesa que alague los oídos, otra falacia que pretende embaucar a algunos para seguir otros administrando las expectativas, propiedades y el bienestar de todos. ¿O quizá recurrir al berrinche y que vengan de Alemania o del BCE más regalos?
Son los padres! Art 104

3 abril, 2012

EN RECUPERACIÓN

Filed under: crisis,economía,Estado,medidas económicas,Políticos — joseignaciolluch @ 9:20 am
Tags: , , ,

Las soluciones económicas no vienen nunca de los estados o gobiernos. Tampoco surgen de colectivos o grupos de técnicos llenos de conocimientos y datos macro. De ellos, lo único importante respecto a las soluciones y mejoras en la economía, es que estorben lo menos posible.

Las mejoras y soluciones ya están en marcha. Son silenciosas y anónimas. Se producen tras cualquier crisis y se inician con acciones de individuos que a nivel particular realizan sus ajustes y, en virtud de sus incipientes actuaciones y movimientos, van trasmitiendo una información o tendencia a otros y se va coordinando un proceso no planeado, espontáneo y voluntario de nuevas soluciones y alternativas a lo ya conocido y, en algunos casos, fracasado.
El proceso está en marcha y no necesita ningún decreto o ley para que se produzca. La descoordinación que origina la crisis y sus efectos, son asumidos por algunos con rapidez y actúan en consecuencia. Otros, sin embargo, se empeñan en negar la realidad y se aferran a sus trasnochados privilegios aunque se hunda el mundo, sin darse cuenta de que sólo ellos y su ciega posición es lo que está naufragando.

Los procesos de recuperación nacen en el seno de la sociedad y los individuos que la forman proceden a realizar sus ajustes ante la nueva situación devenida. Se ahorra y se van cancelando deudas, se replantean las viabilidades de los proyectos, todo se cuestiona y muchas cosas cambian. Lo primero es la actitud de los propios sujetos, que van siendo conscientes de la situación y de su particular papel en ella. Después, los consumidores que exigen mucho más en términos de productos o servicios más baratos y mejores. También, los fabricantes que tienen que afrontar nuevos retos de cambio y mejoras urgentes, no solo en lo que hacen, sino en cómo lo hacen, ante una situación recesiva…

La crisis enseña muchas cosas si se sabe aprender de ellas. La prudencia en la gestión de los recursos es una. Otra es la propia revisión que cada uno hace de su posición en el mundo que le rodea: cuenta ajena o propia, local o global, activo o pasivo, esfuerzo o indolencia, implicación o absentismo. Por último, se produce la constatación de la falsedad de los grandes mitos o mentiras tales como que la riqueza y los recursos públicos son ilimitados; que la obtención del bienestar se realiza sin esfuerzo y que la gestion pública puede ser irresponsable; que una posición, situación o ingreso económico es para siempre, al margen de la competencia en todos los sentidos del término; que el Estado todo lo da y todo lo puede, incluso en materia económica.
Ver publicado Art 96

4 enero, 2011

CARTA A LOS BENEFACTORES

 Supongo que, por las fechas en que estamos, ya habrán escrito su carta a Los Reyes Magos y la habrán entregado al paje más cercano que hayan localizado por su casa. En caso contrario, apresúrense que aún hay tiempo y resulta muy conveniente orientar a los de Oriente sobre lo que uno quiere, le gusta o necesita.

En el ámbito de la gestión macroeconómica pasa lo mismo. Los estados con sus políticas económicas y sociales, emulando a los Magos, tienden a proveer cada vez más por el bienestar y felicidad de sus administrados. Quieren ser nuestros benefactores. Esto en teoría no está mal, siempre y cuando en su afán providencial, los que ostentan el poder del Estado, no crean que ese fin justifica cualquier medio como, por ejemplo, llevarlo a la quiebra o vulnerar, aunque sea un poquito, libertades individuales o el sentido común.

Con el fin de evitar regalos no deseados, decepcionando las expectativas propias y de los representantes  públicos que velan por nuestro bienestar, me atrevo a sugerir estas peticiones a nuestros benefactores:

 No nos digan que nuestra economía está  en franca recuperación si no es cierto.

No nos exijan sacrificios económicos sin hacerlos Uds. en primera persona.

No nos regalen más diálogo social sobre el paro mientras cada día hay más parados y no llega el momento de establecer otro marco legal que propicie el empleo.

No me den un premio económico por estar en paro, se lo cedo a quien me vaya a contratar.

No se empeñen tanto en destacar lo diferentes que somos en cada autonomía porque nos dificulta y nos complica la vida si queremos tener libertad de movimiento en nuestro país para trabajar o realizar cualquier actividad.

No me regalen la libertad de coger un avión a cambio de eliminar, manu militari, la de otros civiles, por mal que nos caigan. Negocien y lleguen a acuerdos como en las sociedades civilizadas.

No me digan cuándo me jubilo y qué cobro, ya que esto de las pirámides  no funciona, y dejen que nos organicemos los empleados y las empresas sobre este punto tan importante, no olviden que es nuestro dinero lo que se ha cotizado para recuperarlo después.

No nos regale su ideología en los colegios sino una educación competente y sólida para poder competir y aportar lo mejor de cada uno en un mundo cada vez más exigente.

No nos subvencione un tipo de arte y de cultura, deje que seamos nosotros los que decidamos en taquilla qué entrada pagamos y cuál no nos interesa nada.

Ver publicado Art 52

Blog de WordPress.com.